Lucky Louie


Esto de ser un desinformado es lo que tiene. Hace dos días estaba hablando sobre Louie como una experiencia nueva y reveladora, mientras tenía a la espera la serie que, hace cuatro años, Louis C.K. creó, escribió a medias con sus amigos comediantes y protagonizó junto a Pamela Adlon, Lucky Louie. Una sitcom clásica, con decorados y rutinas fijas y grabada con público, como nos hace recordar (al más estilo Cheers) en cada episodio.

Lucky Louie tendría que estar en la vanguardia de las sitcoms actuales, al lado de I.T. Crowd, si la HBO no la hubiera cancelado. Cancelación que no vino tanto por la falta de espectadores o una base de fieles si no por la malas críticas que obtuvo, seguramente, por una modernidad mal entendida. Una mala broma y la excepción que confirma la regla en una cadena como HBO.

Y es que la mayor tara que ha tenido la comedia, y la televisión en general, es la corrección política. Lucky Louie trata el sexo, las convenciones sociales o los problemas familiares con un tono que la diferencia de la mayoría de las sitcoms de ahora y siempre. Y no solo por el mero uso de meter palabrotas por cada tres palabras o mostrar un desnudo frontal, que también, si no por el fondo del mensaje, honestamente brutal. Si al hablar de Louie uno se da cuenta que esta trata de explicar la creación del discurso a través de las experiencias del cómico, en Lukie Louie lo que vemos es como ese discurso es trasladado a un formato concreto con unas reglas concretas pero que a su vez puede ser muy flexible a la hora de desarrollar una idea.

Dieciocho Trece episodios emitidos que, por escasos,  al menos nos ahorra otro de los grandes problemas de la comedia de 22 minutos, el agotamiento y extenuación con el paso de temporadas. El resto, les invito a que lo descubran por ustedes mismos.