Ultimate Sherlock


La revisión y puesta al día del más famoso personaje de Conan Doyle a cargo de Steven Moffat y Mark Gatiss [1] ha dado carpetazo a su segunda temporada con la reinterpretación de El Problema Final en The Reichenbach Fall. Y es que con el enfrentamiento final entre Sherlock y su némesis, James Moriarty, se cierra una temporada centrada en llevar al límite al personaje y en exponer sus más profundas convicciones a la vez que se han revisionado tres historias capitales del legado de Sherlock Holmes, la ya citada El Problema Final, Escándalo en Bohemia y El sabueso de los Baskerville.

Si durante la primera temporada se nos mostraba un Holmes con una sociopatía muy marcada y arraigada, en estos tres episodios hemos sido testigos del proceso, parcial, de humanización del personaje [2]. Así pues, en A Scandal in Belgravia, con la aparición de otro mito holmesiano como Irene Adler vemos como la marcada misoginia de Sherlock es capaz de romperse gracias a la empatía que es capaz de desarrollar hacía La Mujer hasta el punto de considerarla un igual. Por otro lado, en The Hounds of Baskerville, Moffat y Gattis apuntan a lo más básico de la existencia de Holmes, su capacidad de deducción y el miedo de este a no poder confiar en ella. Y como punto final, en The Reichenbach Fall, Moriarty destripa el alma del detective intentando despojarle de su identidad y credibilidad como genio y exponiendo su debilidad hacia sus seres cercanos. Corazón, cerebro y sentimientos.

Pero no solo se encuentra el acierto de la serie en esta autopsia del personaje, si no en la renovación de las historias y el mimo con el que Moffis [3] tratan al fan más conocedor [4]. En A Scandal in Belgravia se desprenden de la realeza centro europea para situar la historia en un contexto más local, sexual y poniendo la atención del escándalo en la figura de una princesa que curiosamente le acerca al primer episodio de la otra sensación que nos llega del Reino Unido, Black Mirror. Con The Hounds of Baskerville se pone al día la que posiblemente sea en tono y ambientación una de las historias más atípicas de Sherlock Holmes. Una historia más acercada al terror clásico que es reciclada para mostrar que el verdadero miedo actual sigue estando en lo desconocido, y que este reside en los límites a los que son capaces de llegar la ciencia y la tecnología. Y para finalizar, en  The Reichenbach Fall las famosas cataratas pasan a ser una anécdota y la persecución de Moriarty consiste es destrozar la figura pública de Sherlock aprovechando la influencia de los medios y la opinión pública en la sociedad actual.

En definitiva, se podría decir que esta segunda temporada de la serie es una versión vitaminada de lo que fueron los tres primeros episodios. Con unas tramas más enrevesadas y con más curvas que Despeñaperros, unas infografías en pantalla que se multiplican, un Benedict Cumberbatch que es capaz de recitar diálogos a una velocidad endiablada y un Martin Freeman demostrando porque su BAFTA por interpretar al Doctor Watson es más que merecido, Shelock se despide hasta una ya confirmada tercera temporada que no podremos degustar, aparentemente, hasta 2013.

[1] Un Gatiss al que, a veces injustamente, se le relega a un segundo plano por detrás de la figura omnipresente de Moffat pero que tiene tanto mérito como el escocés en los aciertos de Sherlock. Y es que no olvidemos que además de crear y guionizar la serie junto a Moffat, construye e interpreta una excelente versión de Mycroft Holmes, un personaje que, muy acertadamente, consigue mucho más relevancia en está versión de la historia que en los relatos originales de Doyle.

[2] En la primera temporada no vemos a Sherlock apenas comer o beber, ni esforzarse en pedir disculpas o dar unas gracias (aunque no fueran sentidas). En la segunda temporada vemos todo eso y más, como a Sherlock dormir en la intimidad de su dormitorio, su complicidad con Watson... ¡hasta estar desnudo en el palacio real! Detalles que ponen en evidencia la influencia de Watson en la personalidad y actos de Holmes.

[3] Moffiss igual a Moffat más Gatiss.

[4] Los guiños son costantes. Desde alusiones a relatos menores de Holmes como The Geek Interpreter (The Greek Interpreter), a la aparición de iconos como el famoso sombrero del detective, el club Diogenes o el cameo de Douglas Wilmer, que ya interpretó a Sherlock en la adpatación de la BBC de 1965.