Volviendo a ver: Buffy the Vampire Slayer (I)



Cinco minutos es lo que tarda Buffy the Vampire Slayer (a partir de ahora BTVS para abreviar) en dejar claro que serie es, cuales son sus referentes y como va a explotarlos, o como al menos lo va hacer durante su primera temporada. Para empezar, durante este período de tiempo podemos ver el famoso prólogo que abriría cada episodio hasta la segunda temporada, que resume y recuerda la premisa inicial de la serie:

In every generation there is a chosen one. She alone will stand against the vampires the demons and the forces of darkness. She is the slayer.

Tras estos escasos segundos de orientación para el espectador viene la primera escena pre-créditos de la serie. Escena en la que aún  no conoceremos a ninguno de los personajes protagonistas pero que sin embargo ya expone las bases de la serie en sus comienzos, el instituto y las vivencias que lo rodean como elemento aglutinador para subvertir el género del terror y los roles tradicionales en él. En esta primera escena somos testigos de como un par de adolescentes se cuelan en el instituto por la noche en busca de diversión. Él es un chico confiado de sí mismo que se muestra valiente para impresionar a ella, que se muestra indecisa y aterrorizada. Nada que no se haya visto un millón de veces. Pero en el momento de presentar la amenaza, el monstruo que nuestro conocimiento adquirido nos dice que va hacer aparición, vemos como la chica en apuros se convierte en vampiro y ataca al indefenso chaval. Desde el primer minuto se nos muestra el espíritu de ruptura con los elementos clásicos de las ficciones que la sirven de referente y que queda de nuevo expuesto en el momento en que aparece, por primera vez, los créditos de la serie:


Un órgano suena y un hombre lobo aúlla mientras que una luna llena, un crucifijo y un libro antiguo aparecen en pantalla. Un montaje que nos remonta a un terror más clásico formado por las únicas imágenes que aparecerán inamovibles en todas las variaciones que sufrirá la secuencia de créditos [1] durante las siete temporadas de la serie. Pero esta estética con reminiscencias góticas se ve bruscamente interrumpida por una melodía rock, juvenil, y la sucesión frenética de diferentes clips de vídeo que mezclan imágenes de los protagonistas entre situaciones cotidianas y su lucha contra los diferentes monstruos de la serie. Una muestra más del espíritu de ruptura, revolución y puesta al día del género.

Es pues esta dicotomía entre el terror y el drama adolescente la base de la primera etapa de la serie. Aunque desde luego muchos de los elementos que más tarde se desarrollarían ya están latentes o empezándose a dibujar, lo cierto es que en los primeros doce episodios la tónica es clara, y no es otra que hacer que la expresión "el instituto es el infierno" se convierta en realidad. Constituyéndose como un pastiche de mitologías y diversos géneros BTVS comienza retratando los miedos típicos de los adolescentes por medio de la metáfora y la literalidad. La necesidad de ser aceptado, cumplir las expectativas o encontrar el amor son los temas conductores para desarrollar paralelamente esas historias de terror, fantasía o ciencia ficción que son el centro de la serie.

Pero si hay un arco central en BTVS ese sería el del camino de la heroína. La figura de Buffy Summers como la cazadora, la elegida, y la lucha interna de ésta entre sus obligaciones y el deseo de una vida cotidiana. Una lucha que la va moldeando como una mujer fuerte, pilar principal del mundo que le rodea. No es de extrañar puesto que desde su concepción la serie huye de los tópicos más machistas presentando a las mujeres como los personajes claves y fuertes [2], relegando a los hombres a un papel no más secundario, pero sí más terrenal. Sobre el resto, se puede decir que los primeros pasos como heroína de Buffy son algo más canónicos. Se produce una ruptura de su mundo ordinario tras la llamada a la aventura con el posterior rechazo hasta la llegada de un maestro (Giles) que le servirá de guía a la vez de figura paterna (otro aspecto que seguirá desarrollándose durante toda la serie pero que ya es presentado y expuesto desde el principio).

En definitiva, estos primeros episodios poseen ya la esencia que más tarde explotaría pero se puede decir que ésta más preocupada en crear una mitología solida antes de empezar a desarrollarla. La evolución de los personajes, a parte de Buffy, está más dejado de lado a favor del desarrollo del concepto, algo de todas formas comprensible cuando atendemos al formato de la temporada, de doce episodios al tratarse de un refuerzo para la midseason de The WB. Así que desde una perspectiva general, se puede considerar esta primera tanda de episodios como un prólogo de la historia, una presentación general de personajes e intenciones que más adelante sería limada y perfeccionada. 

[1] Créditos que aparte del normal baile de actores sufrirían dos variaciones específicas. La primera sería en la cuarta temporada de la serie, con el episodio Superstar (4.17), en el que el frenético montaje se vería alterado con la inclusión de escenas del personaje central del episodio, Jonathan. Dos temporadas después, se repetiría la anomalía en el episodio musical de la serie, Once More, With Feeling (6.07) en el que los créditos y la melodía serían totalmente remplazados a favor de unos creados para la ocasión y que recordaban a los de las comedias familiares de los cincuenta y sesenta.

[2] Circunstancia que se haría más perceptible con el pasar de los episodios y las temporadas sobre todo en la evolución del personaje de Willow.