Orange is the New Black
Netflix se atreve con todo. Tras mojarse los pies en el drama político con House of Cards y resucitar una de las series de culto mas aclamadas por los fans; se atreve con la comedia negra naranja al más puro estilo Showtime. Y quién mejor para liderar este proyecto que una de las voces mas frescas y originales de la televisión. Por supuesto estoy hablando de Jenji Kohan, creadora de Weeds, una de las precursoras de la dramedia adulta (necesitamos una palabra mejor para este género) como la conocemos hoy.
En Black is the New Orange Kohan va a lo seguro, manteniendo el tono y en cierta medida el punto de partida de su primera serie [1]. Piper Chapman es una mujer blanca (ésto es importante) de clase media-alta con su vida solucionada al provenir de una familia adinerada, estar comprometida con su novio y tener su propia empresa de productos de pefumeria artesanales. La serie comienza con Piper entregándose a la policía para cumplir quince meses de prisión por haber transportado dinero de contrabando hace diez años para su ex-novia (sí, tuvo una fase lesbiana en la universidad). En tan solo unos minutos vemos como Jenji Kohan prepara todo para estar en su salsa y escribir sobre lo que mejor sabe: mujeres obligadas por las circunstancias a vivir fuera de su "zona de comodidad" rodeadas de criminales y gente mal de la cabeza. Si Nancy Botwin era la versión Kohan de la "soccer mom" americana [2], con Piper Chapman moderniza el estereotipo de la clásica rubia tonta. Pero no una rubia tonta cualquiera, uno de los puntos fuertes del trabajo de Jenji Kohan es la profundidad y complexidad de sus personajes. Aquí, con la ayuda de la gran interpretación de Taylor Schilling, consigue transformar un estereotipo en un personaje reconocible e incluso familiar. Piper Chapman está llena de matices, su inocencia e ingenuidad son al mismo tiempo hilarantes, adorables y comprensibles. Sus reacciones a un mundo totalmente ajeno a su vida de "nice blonde lady" (sus palabras, no las mías) son el plato principal del humor de la serie y en todo momento es fácil reconocer de dónde vienen. Se nota que Kohan le tiene tomado el pulso a la generación que creció y convive con internet. Dejando pasar la exageración para la comedia, es fácil encontrar momentos en los uno se siente identificado con referencias culturales y comportamientos. Un claro ejemplo es cuando Piper, en su primera llamada desde la cárcel, le pide a su novio que no vea Mad Men hasta que salga en libertad.
El otro punto fuerte de la serie es el la cárcel en si y el amplio reparto de personajes secundarios. La temporada se estructura centrándose en una reclusa por episodio, siempre enlazando con naturalidad con la historia principal de Chapman. Con una serie de flashbacks muy bien medidos (en ningún momento molestan) consiguen desarrollar lo suficiente a cada personaje y contar historias humanas que a veces te hacen reír y otras veces te hacen encariñarte profundamente con los personajes (vease el cuarto episodio, Ms. Claudette). Algo que la serie consigue de forma magistral y trae los mejores momentos, es la dinámica de escuela secundaria, con sus grupos sociales (negras, latinas, lesbianas...), intercambio de rumores y ebullición hormal-emocional. La vuelta de tuerca al género carcelario ("Ésto no es Oz" se escucha en el primer episodio) es brillante, y la ausencia (o la ridiculización) de la actitud "macho" típica del género permite contar una historia mucho más emocional y humana.
Orange is the New Black fue una más que grata sorpresa para mí este fin de semana (el modelo Netflix de soltar todos los episodios juntos es ideal para el verano si no te gusta el sol como a los que escriben este blog). Es consistentemente graciosa, con un humor negro marca de la casa Kohan (ese primer desayuno inolvidable...), diálogos para enmarcar ("You Taylor Swift-ass motherfucker!") y personajes deliciosos. Pero lo que más me gusta de la serie es algo que es una rareza en Hollywood pero que poco a poco se empieza a ver más: personajes femeninos bien escritos, con sensibilidad, inteligencia y conciencia de que estamos en el siglo XXI. Una razón más para empezar a ahorrar 15€ por mes para cuando Netflix esté disponible a este lado del charco.
[1] Otro guiño-coincidencia a Weeds es la canción de la presentación de la serie, escrita e interpretada por la bellísima y talentosa cantante de origen ruso Regina Spektor, que en su momento hizo una versión de la intro de Weeds, "Little Boxes".
[2] En inglés el término "soccer mom" se refiere a las madres amas de casa de clase media-alta que viven en los suburbios y se caracterizan por llevar a sus hijos a jugar al futbol en sus coches Volvo. Para más información lean esta entrada de Urban Dictionary. Basura & TV informa, Basura & TV educa.
En Black is the New Orange Kohan va a lo seguro, manteniendo el tono y en cierta medida el punto de partida de su primera serie [1]. Piper Chapman es una mujer blanca (ésto es importante) de clase media-alta con su vida solucionada al provenir de una familia adinerada, estar comprometida con su novio y tener su propia empresa de productos de pefumeria artesanales. La serie comienza con Piper entregándose a la policía para cumplir quince meses de prisión por haber transportado dinero de contrabando hace diez años para su ex-novia (sí, tuvo una fase lesbiana en la universidad). En tan solo unos minutos vemos como Jenji Kohan prepara todo para estar en su salsa y escribir sobre lo que mejor sabe: mujeres obligadas por las circunstancias a vivir fuera de su "zona de comodidad" rodeadas de criminales y gente mal de la cabeza. Si Nancy Botwin era la versión Kohan de la "soccer mom" americana [2], con Piper Chapman moderniza el estereotipo de la clásica rubia tonta. Pero no una rubia tonta cualquiera, uno de los puntos fuertes del trabajo de Jenji Kohan es la profundidad y complexidad de sus personajes. Aquí, con la ayuda de la gran interpretación de Taylor Schilling, consigue transformar un estereotipo en un personaje reconocible e incluso familiar. Piper Chapman está llena de matices, su inocencia e ingenuidad son al mismo tiempo hilarantes, adorables y comprensibles. Sus reacciones a un mundo totalmente ajeno a su vida de "nice blonde lady" (sus palabras, no las mías) son el plato principal del humor de la serie y en todo momento es fácil reconocer de dónde vienen. Se nota que Kohan le tiene tomado el pulso a la generación que creció y convive con internet. Dejando pasar la exageración para la comedia, es fácil encontrar momentos en los uno se siente identificado con referencias culturales y comportamientos. Un claro ejemplo es cuando Piper, en su primera llamada desde la cárcel, le pide a su novio que no vea Mad Men hasta que salga en libertad.
El otro punto fuerte de la serie es el la cárcel en si y el amplio reparto de personajes secundarios. La temporada se estructura centrándose en una reclusa por episodio, siempre enlazando con naturalidad con la historia principal de Chapman. Con una serie de flashbacks muy bien medidos (en ningún momento molestan) consiguen desarrollar lo suficiente a cada personaje y contar historias humanas que a veces te hacen reír y otras veces te hacen encariñarte profundamente con los personajes (vease el cuarto episodio, Ms. Claudette). Algo que la serie consigue de forma magistral y trae los mejores momentos, es la dinámica de escuela secundaria, con sus grupos sociales (negras, latinas, lesbianas...), intercambio de rumores y ebullición hormal-emocional. La vuelta de tuerca al género carcelario ("Ésto no es Oz" se escucha en el primer episodio) es brillante, y la ausencia (o la ridiculización) de la actitud "macho" típica del género permite contar una historia mucho más emocional y humana.
Orange is the New Black fue una más que grata sorpresa para mí este fin de semana (el modelo Netflix de soltar todos los episodios juntos es ideal para el verano si no te gusta el sol como a los que escriben este blog). Es consistentemente graciosa, con un humor negro marca de la casa Kohan (ese primer desayuno inolvidable...), diálogos para enmarcar ("You Taylor Swift-ass motherfucker!") y personajes deliciosos. Pero lo que más me gusta de la serie es algo que es una rareza en Hollywood pero que poco a poco se empieza a ver más: personajes femeninos bien escritos, con sensibilidad, inteligencia y conciencia de que estamos en el siglo XXI. Una razón más para empezar a ahorrar 15€ por mes para cuando Netflix esté disponible a este lado del charco.
[1] Otro guiño-coincidencia a Weeds es la canción de la presentación de la serie, escrita e interpretada por la bellísima y talentosa cantante de origen ruso Regina Spektor, que en su momento hizo una versión de la intro de Weeds, "Little Boxes".
[2] En inglés el término "soccer mom" se refiere a las madres amas de casa de clase media-alta que viven en los suburbios y se caracterizan por llevar a sus hijos a jugar al futbol en sus coches Volvo. Para más información lean esta entrada de Urban Dictionary. Basura & TV informa, Basura & TV educa.