[50 años de Doctor Who] 5 episodios modernos de Doctor Who a reivindicar
The Unquiet Dead:
The Unquiet Dead fue escrito y presentado en un momento en que nadie sabía realmente cómo este relanzamiento de Doctor Who iba a funcionar. El primer año de Eccleston acabaría alcanzando lo más alto con The Empty Child y el épico final de temporada con los Daleks, pero en este episodio ya se nos muestra toda la fuerza de su interpretación desde el principio.
The Unquiet Dead fue escrito y presentado en un momento en que nadie sabía realmente cómo este relanzamiento de Doctor Who iba a funcionar. El primer año de Eccleston acabaría alcanzando lo más alto con The Empty Child y el épico final de temporada con los Daleks, pero en este episodio ya se nos muestra toda la fuerza de su interpretación desde el principio.
Primero, The Unquiet Dead es lo mejor que Mark Gatiss ha escrito para el nuevo Who. Es la típica historia de la serie en la que El Doctor se cruza en el camino de una figura histórica importante que luego se repetiría en casi cada temporada (Shakespeare, Van Gogh, Agatha Christie...). Pero con la inclusión de Dickens es, segundo, un gran episodio encubierto de Navidad. A eso sumad la importancia de los personajes secundarios, los primeros ecos de la relación del Noveno Doctor con Rose presentados de forma sutil y el dúo Christopher Eccleston/Simon Callow y el resultado es un gran episodio que culmina la introducción a la nueva serie que ya suponían sus dos predecesores, Rose y The End of The World.
Love & Monsters:
Gridlock:
Gridlock tiene el problema de ser un muy buen episodio dentro de una temporada en la que los aplausos se los lleva Blink, un capitulo que está rodeado por otros favoritos de la audiencia como el doble Human Nature/The Family of Blood y el trío final Utopia/The Sounds of Drums/Last of the Time Lords. Pero lo cierto es que nos encontramos ante cuarenta minutos completísimos y equilibrados en el que el desarrollo de la historia y de los dos personajes principales van de la mano.
Este episodio nos empieza a mostrar a Marta como una persona con personalidad y arrojo propio, mientras que consigue por primera vez exponer la nostalgia del Doctor hacia su planeta natal ofreciéndonos una descripción de Gallifrey antes del infierno de la Guerra del Tiempo en un hermoso momento que concluye un sólido episodio. Todo ello aderezado con una carretera subterránea, cangrejos gigantes alienígenas, la Cara de Boe, un gato vestido de monja y un elenco interminable de excéntricos habitantes de la Nueva (Nueva, Nueva, Nueva...) Tierra.
Planet of the Ood:
Love & Monsters es un episodio precioso. Un ejemplo de lo que años después Moffat calificaría para describir a la serie, "un oscuro cuento de hadas", pero con un tono mucho más amable y auto consciente que muchas de las historias escritas a su cargo. Una fábula sobre la soledad, el compañerismo y la capacidad de la gente para unirse y formar parte de algo más grande. Esto último, además, literalmente.
Y no solo eso. El episodio es un acertado análisis sobre el fandom en general y la influencia de Doctor Who en particular. Todo muy conveniente si tenemos en cuenta que el monstruo de la historia fue elegido bajo concurso y diseñado por William Grantham, un chaval de 9 años.
Gridlock:
Gridlock tiene el problema de ser un muy buen episodio dentro de una temporada en la que los aplausos se los lleva Blink, un capitulo que está rodeado por otros favoritos de la audiencia como el doble Human Nature/The Family of Blood y el trío final Utopia/The Sounds of Drums/Last of the Time Lords. Pero lo cierto es que nos encontramos ante cuarenta minutos completísimos y equilibrados en el que el desarrollo de la historia y de los dos personajes principales van de la mano.
Este episodio nos empieza a mostrar a Marta como una persona con personalidad y arrojo propio, mientras que consigue por primera vez exponer la nostalgia del Doctor hacia su planeta natal ofreciéndonos una descripción de Gallifrey antes del infierno de la Guerra del Tiempo en un hermoso momento que concluye un sólido episodio. Todo ello aderezado con una carretera subterránea, cangrejos gigantes alienígenas, la Cara de Boe, un gato vestido de monja y un elenco interminable de excéntricos habitantes de la Nueva (Nueva, Nueva, Nueva...) Tierra.
Planet of the Ood:
La introducción de los Ood en anteriores episodios de Doctor Who sugiere que podrían ser unos seres más complejos de lo que se exponía y en Planet of the Ood por fin se revela su condición de raza esclava oprimida por toda la galaxia.
Este episodio cuenta con algunos comentarios sociales bastante acertados, trazando similitudes entre la marginación y la esclavitud de personas en toda la historia hasta nuestros días, todo ello haciendo uso de una raza creada para la nueva serie. Podríamos citar otros grandes episodios de la época de Catehrine Tate como Partners in Crime o Turn Left, pero este Planet of the Ood cuenta ya con la complejidad y profundidad emocional con la que el arco argumental de Donna terminaría episodios después.
The Lodger:
El gran acierto de The Lodger es que muestra como ningún otro episodio la faceta extraterrestre de El Doctor. Y lo hace, además, de forma cómica. Sacándole de su elemento natural y haciéndole interactuar con los elementos más mundanos de la vida de las personas, el episodio consigue hacernos ver al Señor del Tiempo actuando de la forma más rara que jamás le hayamos visto. Todo gracias a la faceta cómica de Matt Smith y su dinámica con James Corden. Ambos forman una pareja con una química humorística que no siempre se ve en la serie.
Una lástima que la parte del villano y su historia esté tan deslucida y diluida en el conjunto del episodio, porque si no estaríamos hablando de uno de los mejores episodios de la era Smith.