The Strain

Un avión proveniente de Alemania aterriza en Nueva York con toda su tripulación aparentemente muerta. El grupo de científicos del CDC dedicados a investigar el suceso encuentran en su interior un sarcófago lleno de tierra y unos gusanos nunca vistos que podrían ser portadores de una enfermad desconocida. Mientras tanto, un antiguo refugiado de los campos de exterminio nazis se prepara para luchar de nuevo contra una terrorífica amenaza con la que ya se enfrentó antes.


En 2009 Guillermo del Toro y Chuck Hogan publicaron The Strain (Nocturna en castellano), el primer libro de una trilogía de terror que a grandes rasgos pretendía dos cosas. La primera era traer de vuelta la figura del vampiro como ser aterrador alejándose de la corriente moderna más emo encabezada por Crepúsculo y similaresY la segunda, con vistas comerciales, era la de conseguir adaptar más tarde o más temprano la saga al cine o la televisión [1]. Un par de años después gracias a FX, y Carlton Cuse mediante, esto último se ha hecho realidad. Y como adaptación The Strain serie es tan fiel que no hace otra cosa que repetir uno a uno todos los aciertos y errores de las novelas en las que se basa.

Empecemos por los aciertos por eso de ser positivos. La serie retrata de nuevo al vampiro como una amenaza real al más estilo clásico del mito.  Las constantes referencias al Drácula de Bram Stoker están ahí, desde el homenaje al transporte de la bestia al comienzo de la historia (cambiamos carruaje por avión) hasta la némesis representada en Abraham Setrakian (David Bradley), que comparte mucho más que el nombre de pila con el famoso cazavampiros Van Helsing. Estos homenajes no son casuales, claro, y afortunadamente van a acompañados con una intención de renovación para no quedarse en una mera revisión. Porque The Strain añade a todo ello un componente de amenaza biológica en el origen y propagación del  monstruo que, junto a unas pinceladas de conspiración de las altas esferas, actualiza la fórmula a un contexto moderno post 11 de septiembre.

En su condición de serie de terror, además, busca constantemente impactar con sus imágenes. Y lo consigue con creces. No se corta a la hora de ser explicita y proveer a la narración de escenas impactantes, algo que se agradece teniendo en cuenta el tipo de historia que es. Es aquí dónde más se nota la mano de Del Toro y la escena de la morgue con el Sweet Caroline de Neil Diamond de fondo que se puede ver en su piloto es posiblemente el mejor ejemplo de ello. 

Pero en el caso que nos ocupa lamentablemente las buenas intenciones argumentales y estéticas no van acompañadas de un guión y unos personajes a la altura. The Strain está repleta de tópicos que abraza sin más sin ninguna intención de jugar con ellos o subvertirlos. El ejemplo más claro sería el personaje de Gus (Miguel Gomez), un estereotipo latino con patas [2], pero no es el único (¡hola malvado nazi alemán! ¿Qué tal misterioso anciano de tortuoso pasado que no revela información relevante para los personajes?). Unos protagonistas que se mueven guiados por la lógica imperante de tomar siempre la peor y más estúpida decisión, la que a la postre resulta ser la única forma para que la historia avance.

No ayuda a ello que tenga demasiados focos abiertos. Por cada línea argumental interesante existe otra que no lo es tanto. El drama familiar de Eph (Corey Stoll y su peluca) o todo lo relacionado con los latinos se perciben como distracciones innecesarias que alejan al espectador de la acción principal, una que de por sí no se desarrolla de forma especialmente dinámica. Incluso aquellas más llamativas o carismáticas, como la del exterminador interpretado por Kevin Durandno dejan de dar la sensación de estar viendo diferentes series de calidad variable dentro de una que no se atreve por completo a abrazar la auto consciencia de la serie B en decremento de tomarse demasiado en serio.

En definitiva, pues, Del ToroHogan y Cuse están por ahora desaprovechando la oportunidad de enmendar los muchos defectos de la obra original. The Strain sigue siendo un puñado de buenas intenciones en cuanto al fondo de la historia, pero un desastre manifiesto a la hora de dar forma a la gran mayoría. ¿Mejor que el libro que adapta? Sí, pero no es suficiente.

[1] Tal es así que los capítulos del libro se estructuran de tal forma que parece que está adelantando como serían las diferentes escenas de esa adaptación, funcionando como una especie de guión preliminar. 

[2] Por mucho que Del Toro se empeñe en decir lo contrario.