El final de Pushing Daisies
And the facts was this...
Por alguna razón que ni el mismo Emerson Cod podría averiguar, he tardado mucho en ver el final de Pushing Daisies. ¿Razones? Posiblemente que entre tanta serie que sigo, la importancia por ver los tres últimos episodios de las aventuras del pastelero y su cuadrilla no fue mucha al saber de antemano que ya estaba cancelada. Aunque posiblemente me aferraba a la idea de no querer verla terminar.
Haciendo una simbología fácil y rápida, Pushing Daisies fué como un pastel. Si no controlas bien el tiempo de cocción o el grado de azucar puede salirte algo comible, pero seguro que indigesto. Y en sus comienzos Pushing Daisies era indigesta. Sus casos no interesaban, no había apenas tramas, los episodios parecían durar el doble y su romanticismo sobrepasaba los límites de lo aguantable. Pero aún así era tan diferente, tan fresca y a la vez tan igual y conocida que todo lo anterior no importaba demasiado. La odiabas o la querías pero no te dejaba indiferente.
Bien, como en cualquier buena investigación, hay que tener en cuenta el contexto en el que ocurrieron los hechos. La maldita huelga de guionistas irrumpió en una serie que sufrió mucho las prisas por tenerla terminada. Y Pushing Daisies, como un buen pastel, lo que necesita son mimos y tiempo para cocinarse bien. Y en cuanto esto fué posible, sus creadores nos ofrecieron una segunda temporada que no solo potenciaba sus buenos aciertos, si no que reducían a polvo la mayoría de sus defectos.
Casos interesantes, un ritmo frenético y, lo más importante, una trama sólida detrás dotaron a la segunda temporada de la serie todos los elementos para considerarla una de las grandes. Pero nadar a contracorriente es muy difícil y la serie arrastraba unas audiencias (lo importante en todos los casos) que la sumergieron al fondo de la piscina. Por lo menos es de agradecer que se le diera un final a la serie, que puede ser más o menos cerrado, pero es un final.
Porque los últimos dos minutos de la serie son una pequeña joya dónde la serie cierra las tramas que se encargó de abrir e hilar anteriormente y en la que se homenajea a si misma para acabar dandónos el final feliz que esos personajes merecían. ¿Es importante lo qué harán los personajes con sus vidas a partir de los acontecimientos que ocurren en este último episodio? Yo creo que no, que lo importante es el camino que han hecho para llegar a ser felices. Y de paso hacernos disfrutar y entretenernos a todos los demás. Por eso es indiferente un final en forma de telefilm o de tebeo. Pushing Daisies ya ha contado todo lo que tenía que contar.
Descansa en paz Pushing Daisies, estaré esperando a que cierto pastelero te toqué para resucitarte.
Haciendo una simbología fácil y rápida, Pushing Daisies fué como un pastel. Si no controlas bien el tiempo de cocción o el grado de azucar puede salirte algo comible, pero seguro que indigesto. Y en sus comienzos Pushing Daisies era indigesta. Sus casos no interesaban, no había apenas tramas, los episodios parecían durar el doble y su romanticismo sobrepasaba los límites de lo aguantable. Pero aún así era tan diferente, tan fresca y a la vez tan igual y conocida que todo lo anterior no importaba demasiado. La odiabas o la querías pero no te dejaba indiferente.
Bien, como en cualquier buena investigación, hay que tener en cuenta el contexto en el que ocurrieron los hechos. La maldita huelga de guionistas irrumpió en una serie que sufrió mucho las prisas por tenerla terminada. Y Pushing Daisies, como un buen pastel, lo que necesita son mimos y tiempo para cocinarse bien. Y en cuanto esto fué posible, sus creadores nos ofrecieron una segunda temporada que no solo potenciaba sus buenos aciertos, si no que reducían a polvo la mayoría de sus defectos.
Casos interesantes, un ritmo frenético y, lo más importante, una trama sólida detrás dotaron a la segunda temporada de la serie todos los elementos para considerarla una de las grandes. Pero nadar a contracorriente es muy difícil y la serie arrastraba unas audiencias (lo importante en todos los casos) que la sumergieron al fondo de la piscina. Por lo menos es de agradecer que se le diera un final a la serie, que puede ser más o menos cerrado, pero es un final.
Porque los últimos dos minutos de la serie son una pequeña joya dónde la serie cierra las tramas que se encargó de abrir e hilar anteriormente y en la que se homenajea a si misma para acabar dandónos el final feliz que esos personajes merecían. ¿Es importante lo qué harán los personajes con sus vidas a partir de los acontecimientos que ocurren en este último episodio? Yo creo que no, que lo importante es el camino que han hecho para llegar a ser felices. Y de paso hacernos disfrutar y entretenernos a todos los demás. Por eso es indiferente un final en forma de telefilm o de tebeo. Pushing Daisies ya ha contado todo lo que tenía que contar.
Descansa en paz Pushing Daisies, estaré esperando a que cierto pastelero te toqué para resucitarte.