The Thick of It
Seguro que muchos recuerdan esto, esto otro o esto. Tres momentos cumbres de la clase política española de incalculable valor por la forma y por lo que significan. Pequeños momentos de intimidad y sinceridad captados por un micro abierto o una cámara mal apuntada que nos muestran la verdadera cara de la política y las personas que la pueblan. Gente que sabe que cara al público tienen que interpretar un papel concreto del que no se pueden despegar ni un solo momento si no quieren que su reputación o trabajo se vean afectados, pero que luego son tan rastreros, mal hablados y egoístas como el charcutero de la esquina, el profesor de química de tu hermana pequeña o el escritor de un blog sobre series de televisión.
The Thick of It, serie británica de la BBC creada por Armando Iannucci, basa su planteamiento en satirizar a esa clase política y en mostrarla tal como presumimos que es. Tiburones de despachos que manipulan informaciones para su beneficio, envidiosos que escalan hasta robar puestos de confianza política, listillos lameculos que no conocen la palabra lealtad o completos incompetentes que no son más que marionetas públicas de quita y pon. Todo aquello que el electorado sospecha que pasa pero que nunca es aireado.
La serie, que consta de dos temporadas y dos especiales de por medio (con una tercera a la espera y con un spin off en forma de película, In the Loop, que multiplica todas las virtudes de la serie), nace como una hija bastarda entre Yes Minister y The Office (UK). De la primera recoge esa sátira y visión irónica de la clase política para llegar aún más lejos y ofrecer un viaje por los entresijos de los despachos del Ministerio de Asuntos Sociales y los tejemanejes, casi siempre rozando la trampa y el engaño, que allí comenten sus protagonistas. De la segunda toma prestado la cámara en mano para ofrecer ese estilo de falso documental que tanto ayuda a ofrecer, más si cabe, sensación de realidad. Y es que The Thick of It no deja de ser una ficción que especula con una realidad bastante desconocida para todos aquellos alejados de ella pero, que a la vez, nos la muestra como algo tan creíble que no sólo entran ganas de parar de reírse, si no que por momentos ofrece una reflexión que asusta ante la posibilidad de que lo que cuenta tenga más de verídico que de ficticio.
Y todo ello sin pelos en la lengua y dejando la corrección para otros. The Thick of It hace del insulto un espectáculo, y lo convierte en el protagonista absoluto de la función en boca de Malcolm Tucker (un titánico Peter Cavaldi), un rudo escocés Director de Comunicaciones del Gobierno que haría llorar a su homónimo americano en la ficción,C.J. Cregg Toby Ziegler de The West Wing, serie con la que la británica completa las dos caras de una moneda reluciente por una lado y grumosa por el otro. Donde en la de Sorkin todo eran héroes y buenas intenciones, en la de Iannucci todo se reduce a la imperfección, caricaturación y mofa.
Imprescindible, una de esas cosas que uno se enorgullece en recomendar. The Thick of It les espera en el olimpo moderno de la comedia británica, junto a The Office. Y junto a Extras. Y junto a I'm Alan Partridge. Y al ladito de...
The Thick of It, serie británica de la BBC creada por Armando Iannucci, basa su planteamiento en satirizar a esa clase política y en mostrarla tal como presumimos que es. Tiburones de despachos que manipulan informaciones para su beneficio, envidiosos que escalan hasta robar puestos de confianza política, listillos lameculos que no conocen la palabra lealtad o completos incompetentes que no son más que marionetas públicas de quita y pon. Todo aquello que el electorado sospecha que pasa pero que nunca es aireado.
La serie, que consta de dos temporadas y dos especiales de por medio (con una tercera a la espera y con un spin off en forma de película, In the Loop, que multiplica todas las virtudes de la serie), nace como una hija bastarda entre Yes Minister y The Office (UK). De la primera recoge esa sátira y visión irónica de la clase política para llegar aún más lejos y ofrecer un viaje por los entresijos de los despachos del Ministerio de Asuntos Sociales y los tejemanejes, casi siempre rozando la trampa y el engaño, que allí comenten sus protagonistas. De la segunda toma prestado la cámara en mano para ofrecer ese estilo de falso documental que tanto ayuda a ofrecer, más si cabe, sensación de realidad. Y es que The Thick of It no deja de ser una ficción que especula con una realidad bastante desconocida para todos aquellos alejados de ella pero, que a la vez, nos la muestra como algo tan creíble que no sólo entran ganas de parar de reírse, si no que por momentos ofrece una reflexión que asusta ante la posibilidad de que lo que cuenta tenga más de verídico que de ficticio.
Y todo ello sin pelos en la lengua y dejando la corrección para otros. The Thick of It hace del insulto un espectáculo, y lo convierte en el protagonista absoluto de la función en boca de Malcolm Tucker (un titánico Peter Cavaldi), un rudo escocés Director de Comunicaciones del Gobierno que haría llorar a su homónimo americano en la ficción,
Imprescindible, una de esas cosas que uno se enorgullece en recomendar. The Thick of It les espera en el olimpo moderno de la comedia británica, junto a The Office. Y junto a Extras. Y junto a I'm Alan Partridge. Y al ladito de...