His name... MERLIN

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Hagan un recuento de las series que ven. ¿Cuánta de ellas narran la historia de familias disfuncionales, de seres atormentados o de anti héroes de barro que disfrutan del dolor que generan? Seguro que muchas, y todas muy buenas. Pero, y les prometo que no les pido reflexionar más, ¿cuántas de ellas pueden reunir ante la televisión a su hijo, a su hermana pequeña, al padre de su vecino o al abuelo que ha venido de visita del pueblo? Muchas menos, se lo aseguro. Y de esas pocas, hoy les vengo a contar una historia mil veces contada, de mil formas diferentes: la historia de Camelot, del Rey Artuto y de un mago en cuyos hombros descansa el destino de un futuro mejor, Merlin.

Merlin (BBC, 2008) vino a ocupar el hueco que Doctor Who dejaba los sábados por la noche entre temporada y temporada. La premisa era muy sencilla, una serie para toda la familia que reformulaba una historia conocida por todos, el mito artúrico, a base de recopilar sus características más reconocibles para construir un relato de aventuras desde una óptica juvenil y con la única pretensión de entretener. Sin grandes presupuestos desde el principio pero unos guiones sólidos, buenas interpretaciones y una producción cuidada. La marca BBC de entretenimiento de calidad.

De eso hace ya 3 temporadas y a todo ese buen hacer se le ha ido sumado, episodio a episodio, una aire de aventura y épica que se hacía más palpable a la par que se acercaba a los lugares comunes del mito. Ya saben, la mesa redonda, Excalibur, Lancelot y Ginebra, Morgana, Avalon, Arturo rey de Camelot... Pero no todo es revisión, claro, porque lo que diferencia esta serie de otras interpretaciones pasadas del mito es la construcción de su personaje principal. Nos encontramos con un jóven Merlin que comienza a entender el uso de la magia pero que debe esconder a toda costa tal secreto. Es el héroe ingenuo y oculto con un destino atado a las personas que le rodean que, piedra a piedra impuesta en el camino, va evolucionando hasta convertirse en la leyenda salvadora y unificadora, adentrándose en asuntos más confusos y oscuros que en un principio. Algo que, si me permiten, relaciona a este nuevo Merlin con otro mito más moderno, el de la caza vampiros Buffy.

En definitiva, Merlin transporta al espectador a un mundo de fantasía y aventuras gracias a un relato blanco y para todos los públicos que hace recordar al espectador adulto los tiempos de juventud y que maravilla al público más joven por la oferta de diversión sana que propone.  Una serie sencilla, que no inventa nada nuevo pero que sabe perfectamente que es lo que tiene que hacer y como hacerlo, que es algo que no se ve mucho en estos días.