Being Human
Las bases de la serie son claras desde el comienzo y, por muchas desavenencias que le echen encima, Toby Whithouse [2] parece mantenerse estoico ante ellas. En tiempos en el que el fantástico y el terror se volvió a poner de moda de aquella manera como quien dice con sagas como Crepúsculo o series como True Blood , Being Human no actualiza si no que reformula el género desde cero a la vez que se mueve entre la comedia más macabra y el drama más trágico haciendo uso de un presupuesto mínimo. Un presupuesto que condiciona su estilo y que junto a una escenografía feísta y un uso nada timorato de litros y litros de sangre artificial le da un aire de terror clásico que, desde luego, le alejan y diferencian de otras producciones.
Y aunque el reparto de la serie haya mutado casi en su totalidad, cuatro años después se puede seguir definiendo a Being Human con la misma frase con la que se definió en el momento de su estreno. "Un vampiro, un hombre lobo y un fantasma comparten casa y...". Y la siguen compartiendo y sigue siendo el centro de una serie que trata las relaciones humanas a través de las desavenencias de unos personajes nada humanos que, en muchas ocasiones, saben tan poco sobre su condición como el espectador. Así, además, la serie va construyendo una mitología desde su comienzo muy laxa y abierta que le permite dar giros y giros sobre sí misma. Pero siempre girando dentro de un eje fijo.
[2] Apunten su nombre. Creador y guionista de la serie, así como de Torchwood y Doctor Who, es el mejor posicionado en la carrera para sustituir a Steven Moffat como productor ejecutivo de ésta. Suyos son los episodios School Reunion, The Vampires in Venice y The God Complex.