#guerradeseries


Piensen en una gasolinera, en verano, cuarenta grados a la sombra. Imaginen a un cincuentón en chándal de Kappa de nostalgia rota leyendo viejos folletines franquistas. Ahora mírense a ustedes cada noche o un fin de semana de corrido atentos a varias peripecias. Pero no impresas, sino entre las hipnotizantes líneas borrosas de la TDT del salón de su casa…

Algunos andarán intrigados por esa panda de ladrones ya en la tercera edad que se reúnen en torno a una oficina regentada por un mudo tan entrañable como frondoso es su bigote, otros querrán endulzar la mala baba y el día que les han dado sus jefes desternillándose al repasar aquella pandilla del barrio chino de Barcelona fiel al principio del semos peligrosos. Los habrá presos de los vericuetos en las tramas envenenadas de ambigüedad que nos sacudió tantos años con Ana y los Siete o también familias de cuatro miembros desentrañando las claves ocultas que rompen el espacio y el tiempo en Pocoyó. O quienes andan en crisis o en plena catarsis de la edad, a punto de arrojarse en manos del crimen o del psiquiatra, se sentirán más que identificados con los ataques de ansiedad de Curro Jiménez antes de meterle una paliza a alguien…

Los aromas y los infiernos de otras épocas vestidos con chaquetas vintage o los locos por las fajas, nostálgicos del alcohol, entenderán mejor las elegantes y proporcionadas raciones de genialidad que nos regala Piratas. Esa serie que nos cuenta las miserias perfumadas de una sociedad y sus contradicciones, mientras que las heridas abiertas de los barrios nos los muestra en toda su crudeza dickensiana Farmacia de Guardia entre los callejones de Madrid.

Comienza la guerra de series.

La familia amarilla más querida por todo el mundo no pudo hacer nada contra el drama social que representa Ana y los Siete, serie que nos muestra los peligros y tensiones de llevar una doble vida de unidad familiar de mañana y vicio y perversión de noche. Lamentablemente, ese relato crudo pero fiel del tardofranquismo que es Lleno, por favor no pudo hacer nada contra la vanguardia y misterio de Twin Peaks. En el duelo de tipos duros, de personalidades difíciles, de arduos compañeros de trabajo, Romerales le cerró la puerta en la cara al Doctor House y pone a Farmacia de Guardia en el puesto que merece. Y para cerrar el lado derecho del cuadro, el bandolero más respetado de la Serranía de Ronda ve como sus sueños de bonanza se ven truncados por un grupo de policías con oficio y heridas interiores capitaneados por un melancólico borrachín, el MaNulty de The Wire.

Los encantos interpretativos del reparto de Piratas, esa gran apuesta de ficción histórica que nos transportaba a tiempos mejores no pudieron hacer nada contra las amenazas de Tony Soprano. Pero mientras tanto, en un duelo cómico sin precedentes Los Ladrones van a la Oficina y le roban la clasificación a Seinfeld, que estaba ocupado haciendo nada. El Maki y sus compinches son peligrosos, pero no muy listos, y a la hora de jugar el Juego de Tronos han visto como sus cabezas acababan en una pica en las murallas de Desembarco del Rey. Y en último enfrentamiento de la primera ronda nada pudo hacer la dialéctica superior del Presidente Bartlet ante los argumentos de peso que ofrece Pocoyó. 

Ahora, comenzada la segunda ronda, todo estás por decidir. Por ahora los ladrones han sabido ser más listos que los mafiosos y se postulan como los favoritos para mangar el título. Pero eso será si el resto se lo permite, empezando por un duelo de altura, como merece la ocasión, entre Pocoyó y Tyrion Lannister. ¿Quién creen que ganará? ¿Cuál es su favorita? ¿Quién falta? No hace falta que respondan, no nos importa su opinión.