Vikings

Después del éxito de Hatfields & McCoys (que entre premios técnicos y de relumbrón se llevó cinco Emmys en su edición de 2012) History Channel vuelve a la ficción con Vikings, abandonando el formato mini serie y optando por una seralización clásica. Y otra cosa no, pero para empezar se puede decir que la serie creada por Michael Hirst (The Tudors) no se anda por las ramas y ofrece lo que promete desde la brevedad de su título. Todo aquello que el imaginario colectivo, ese que no siempre va de la mano de la rigurosidad histórica, identifica con la figura del vikingo. Guerreros sangrientos temerosos de los dioses, expertos en incursiones y pillajes y rudos conquistadores. Y desde la primera escena ante créditos de la serie en la que vemos a Ragnar (Travis Fimmel, un australiano [1] que perfectamente podría pasar por doble de Charlie Hunman) y su hermano Rollo (Clive Standen) en pleno frente de batalla esa intención de la serie queda más que demostrada.

Es pues, alejándose de cierta profundidad que inunda muchas de las series actuales, una serie bastante más preocupada en el entretenimiento inmediato que de la ambición a gran escala de una Game of Thrones, por ejemplo. Recordando más el legado de las series de aventuras noventeras que otra cosa y tomando ciertas licencias en pos de buscar ser más agradable para los estándares del espectador de cable básico (todo hace indicar que el grado de violencia física o sexualidad  no va a ser nunca elevado), Vikings consigue ser una agradable sorpresa y empieza a desarrollar desde el comienzo, o eso parece indicar, su propia leyenda sobre Ragnar Lodbrok, uno de los más famosos monarcas vikingos.

Como su planteamiento, su producción no llega a ser muy ambiciosa pero es lo suficientemente cumplidora como para no sacarte de la historia [2]. Y es que lo mejor que se puede decir de Vikings es que se sabe la hija fea y con menos recursos y acepta su condición de serie menor con dignidad. Como primer serie al  uso de la cadena su mayor reclamo publicitario se encuentra en Gabriel Byrne, que interpreta al Earl Haraldson, un antagonista un poco de opereta de larga peluca gris que no le hace exprimir mucho su talento actoral precisamente. Completan el relato Katherine Winnick como Lagertha, mujer de Ragnar y arquetipo de mujer guerrera y Jessalyn Gislig como Siggy, mujer trofeo del Earl y personaje florero por ahora, el menos desarrollado.

En definitiva, Vikings es una agradable sorpresa dentro de un panorama algo desolador. No es una serie que requiera de una atención especial o de una profunda revisión crítica semanal pero es, entrando en su propuesta, entretenimiento de primer orden de la vieja escuela. Un buen tanto para el Canal Historia [3], sin duda.

[1] Dato: entre los actores principales solo encontramos a un escandinavo, el sueco Gustaf Skarsgård (Floki). Ya saben, los más famosos con caché televisivo están ocupados siendo Jamie Lannister (Nikolaj Coster-Waldau) o Hannibla Lecter (Mads Mikklesen).

[2] A excepción, claro, del mayor problema de inmersión que suelen tener estas series que recrean tiempos higiénicos pasados. Todo el mundo parece mucho más aseado de lo que el sentido común nos dicta, por no hablar de esas dentaduras blancas y perfectas que todo hijo de Odín luce.

[3] Y aunque esto sea History Channel no se preocupen. No hay nazis o marcianos en Vikings. Por ahora.