The F***ing Veep


Cuando hace más o menos un año hablábamos del estreno de Veep poníamos el acento en la inevitable, y algo injusta, comparación con su serie madre, la inglesa The Thick of It. Nos quejábamos de que en la aventura americana de Armando Iannucci adaptando una de sus obras magnas [1] para la HBO se echaba de menos cierta retranca puramente inglesa a la hora de que Selina Meyer y su equipo lanzaran sus puyas a todo lo que se moviera a su alrededor. El resultado general era bueno, sin duda, pero la serie dejaba la sensación de que no terminaba de encontrar su propia voz. En definitiva, que no era capaz de trasladar completamente esa sátira política a los diferentes estándares americanos.

Afortunadamente con su vuelta hace unos meses la serie empezó a demostrar que con el paso del tiempo se encontraba más cómoda al haber encontrado su sitio. Veep, sin dejar de lado la sátira que antes comentábamos, se aleja de la fría crudeza de su antecesora y apuesta más por explorar las vías paródicas y caricaturescas de la alta política. El resto de la marca "Iannnucci" sigue ahí, claro, sobre todo esa habilidad para construir los más creativos insultos que un servidor de ustedes ha visto nunca en televisión. Pero la sensación final que deja la serie es la de ser algo más accesible. En este aspecto, con Veep se ha conseguido liberar la carga de la comparación buscando una identidad propia que le de empaque por sí misma, algo que los remakes de otras series inglesas como The Office o Shameless, por ejemplo, ya consiguieron.

El resto sigue funcionando como un reloj. Ese relato de lameculos, incompetentes, trepas y fieras de despacho que tan atrayente es para el espectador puesto que tiene la oportunidad de que le presenten a la clase política como ellos sospechan que son, una panda de desgraciados como el común de los mortales. Ese juego de especulación sobre lo que sabemos de la vida política, lo que sospechamos y lo que nos gustaría que fuera es por donde pivota esta Veep, a más gloria de una Julia Louis-Dreyfus, productora, protagonista y manda más de la función que se las ha apañado muy bien para construir alrededor de su persona un producto de esos que le reporten un par de grandes premios al año.

Veep pone el foco en la segundona, en la persona que hasta en sus mayores victorias tiene que compartir focos con su jefe, en el vacío político en el que se convierte la vida de una señora que es más un cortafuegos que una verdadera lideresa. Pero como serie es comedia de primer orden y nunca segundo plato. Con unos guiones consistentes que mezclan problemas políticos y personales y una serie de personajes secundarios que rivalizan en patetismo y desprecio por partes iguales, Veep se consolida como la mejor comedia "pura" que ahora mismo tiene en emisión HBO.

[1] La otra es, claro, la I'm Alan Partidge que comparte con Steve Coogan de la que dentro de poco podremos ver nuevo material en forma de película.