No hay mejor comedia que It's Always Sunny in Philadelphia


Doce temporadas de televisión dan para mucho. Para It's Always Sunny in Philadelphia, en concreto, para 134 episodios, dos temporadas más ya aseguradas, un musical, un libro y hasta una adaptación en la televisión rusa. Y con tal bagaje cabe preguntarse por qué la comedia más vanguardista e irreverente de la televisión actual es una marginada por el público (aunque es la producción original de FXX con más audiencia esta no pasa del millón en el mejor de los casos) y el circuito de premios (una sola nominación a unos Emmys menores y un par de Satellite y People Choice's Awards son todo lo que tiene en su haber).

Por hastío creativo no será, desde luego. No sólo es que el nivel general de la serie se haya mantenido excelente con el paso de los años, con el mérito inherente que tiene eso, si no que temporada a temporada ha crecido en ambición y creatividad hasta el punto de llegar a coronarse como la comedia más conceptual en emisión. Solo este año, por poner un ejemplo, han vuelto a tocar el tema racial y el privilegio a través de un musical en The Gang Turns Black, han reconstruido el formato de la sitcom con Old Lady House: A Situation Comedy o del documental de crimen con Making Dennis Reynolds a Murderer y acaban de protagonizar la salida del armario de un personaje más natural y dulce, o todo lo dulce que pueden ser esta serie y estos personajes, en "Hero or Hate Crime?". Cuatro episodios, de seis que van emitidos, que podrían entrar fácilmente en un top cinco de la serie y que individualmente tienen más valor humorístico y  narrativo que temporadas enteras de otras comedias bastante más premiadas y queridas por la audiencia [1].

Todo ello sin haber renunciado nunca a hacer una descripción muy cruda, sucia y violenta de la llamada basura blanca americana. Charlie, Mac, Dennis, Frank y Sweet Dee son un compendio de todos los vicios posibles que el ser humano puede recolectar. Rob McElhenney , Glenn Howerton y Charlie Day, en su condición no sólo de actores si no de guionistas principales y productores, nunca han rehuido utilizar la serie para tocar temas muy sensibles como el control de armas, el uso recreativo de drogas, el racismo o la violación. Siempre de forma directa y con la intención de crear conversación, y no polémica fácil, a través de los viles actos de sus personajes y cuyo resultado se acaba transformando en una sátira capaz de ridiculizar todas las corrientes políticas.

Pero sobre todo la serie es rematadamente divertida. Para nada convencional y prohibida para los meapilas, pero rematadamente divertida. Y por encima de todo, incluso de un desatadísimo Danny DeVito en el papel de su carrera, está Katlin Olson. Una fuerza de la naturaleza maestra de la comedia física capaz de darle a su personaje toques de melancolía entre tanto festival de alcoholismo, gritos y sociopatía. No es de extrañar que los hermanos Chermin, colaboradores habituales en los guiones y producción de la serie, se la hayan llevado a FOX con The Mick ni que ahí Olson interprete una versión más convencional y para todos los publicos de los tics de su Dee. 

Por todo esto llega a ser frustrante para todos los que disfrutamos de It's Always Sunny in Philadelphia estar a estar alturas siguiendo recomendando una serie que tendría que estar desde hace mucho tiempo en todas las conversaciones sobre comedia y televisión. En España, para que os hagáis una idea, solamente sus cuatro primeras temporadas fueron emitidas en Comedy Central antes de convertirse en fondo de armario de las noches de Factoría de Ficción. Así que lo mejor que podemos seguir haciendo, tal como decíamos en Twitter, es dejar fijada la frase "vaya capitulazo de It's Always Sunny in Philadelphia esta semana" a la espera de que el resto del mundo lo diga con nosotros.